Queridos padres de Puerto Rico,
Con gran alegría y afecto me dirijo a ustedes en este día
tan especial, el Día de los Padres. Como padre y como líder de la Iglesia
Católica, deseo transmitirles mis más sinceras felicitaciones y bendiciones en
esta celebración dedicada a honrar su invaluable papel en la vida de sus hijos
y en la sociedad.
Los padres son una presencia vital y fundamental en la vida
de sus hijos. Son quienes les brindan amor, protección, guía y sabiduría a lo
largo de su crecimiento. Ustedes, queridos padres, son llamados a ser los
primeros educadores de sus hijos, tanto en la fe como en los valores humanos,
modelando para ellos un ejemplo de integridad, respeto y responsabilidad.
En un mundo que a menudo se encuentra lleno de desafíos y
dificultades, la figura paterna adquiere una importancia aún mayor. Su
presencia y compromiso son fundamentales para ofrecer seguridad y estabilidad a
sus hijos. Los niños y jóvenes necesitan de su apoyo incondicional, de su
presencia constante y de su orientación amorosa para hacer frente a los retos
de la vida y para encontrar su propio camino hacia la felicidad y el éxito.
Queridos padres, les animo a que sigan cultivando el vínculo
con sus hijos, fomentando la comunicación, el diálogo abierto y el respeto
mutuo. Dediquen tiempo de calidad junto a ellos, compartan sus alegrías y
preocupaciones, y sean para ellos un refugio seguro en medio de las tormentas
de la vida.
Asimismo, les exhorto a que valoren y promuevan el papel de
la madre, reconociendo su contribución única y esencial en la formación de los
hijos. La familia es una comunión de amor y respeto, donde cada miembro tiene
un rol importante y complementario.
En esta celebración, también quiero recordar a aquellos
padres que están ausentes físicamente debido a diversas circunstancias. Oramos
para que encuentren consuelo y fortaleza en el amor de Dios y en la comunidad
de fe. A aquellos padres que han partido de este mundo, les enviamos nuestro
cariño y los encomendamos a la misericordia divina.
Queridos padres de Puerto Rico, encomiendo sus vidas y sus
familias a la protección maternal de la Virgen María. Que ella, como Madre de
Dios y Madre de la Iglesia, interceda por ustedes, les conceda sabiduría y
fortaleza, y les acompañe en cada paso de su camino como padres.
Reciban mi bendición apostólica, con todo mi cariño y
cercanía.
Francisco Sumo Pontífice
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